Comenzamos nuestro viaje en la orilla del río Miño, donde agua y tierra se encuentran.
La mejor banda sonora inunda tu cuerpo, el sonido de los pájaros, viento y agua se fusionan creando el sonido de la vida.
Son muchas personas las que crean el símil entre el río y la vida. Sus cambios constantes, siempre en la misma dirección, sus curvas de vértigo que rara vez se encuentran en línea recta y como no, su nacimiento y su fin.
Te adentras en él, introduciendo tu cuerpo y dejando que este haga su mágia. Empapandote de nuevas sensaciones, dejando que la naturaleza te hipnotice con su belleza y dejando que el río se lleve con el tus miedos y tristezas.
Una vez fuera de este, miras a tu alrededor, los colores vibrantes invaden tu retina y llenan tu mente de sensaciones imborrables.
Ni dos pasos te separan de las viñas, estas están en estado de floración.
Te encuentras delante de uno de los mejores tesoros de esta tierra, cierra los ojos y deja que el olor se apodere de tu cuerpo.
Estás en la zona más baja de las ribeiras, aún escuchas muy cerca el río y para seguir descubriendo la zona, te espera que subas alguna que otra pendiente, todas ellas repletas de uvas de extremecedora hermosura.
Según te vas separando de este, las vides te llevan por senderos escondidos en los que solo te rodean castaños y robles de cientos de años. Estes senderos son nuestro pequeño hilo conductor a la colección As Fragas de otoño/ invierno y esque aquí la sombra y humedad vuelven a recorrer todo tu cuerpo.
En lo más alto de esta solo tienes que abrir muy bien los ojos, dejar que tu mente fluya como si formase parte del río, sentir que la naturaleza te abraza y que el viento te susurra al oído a la vez que acaricia tu piel.
RIBEIRA SACRA.
Dánae López Fernández.